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30-10-2009

Una noche imborrable: la inauguración del estadio Libertadores de América

La fiesta y el partido, a la altura de un escenario de primer nivel. Más de doscientos marplatenses, con la Peña Roja, presentes en un momento histórico.

por Víctor Molinero

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Dice el hincha argentino con naturalidad que el sentimiento que le motiva los colores que ama no tiene explicación. Y en esta cuestión (en otras la misma pasión lo lleva a repetirse en contradicciones) el pensar popular no admite discusiones. Por caso, resulta imposible intentar poner en palabras lo que se vivió -desde el costado emocional, claro- en la noche del miércoles en Avellaneda, cuando Independiente inauguró el nuevo estadio Libertadores de América, ante la presencia de más de 35 mil hinchas rojos.

Tamaña multitud, entre la que estaban los poco más de 200 marplatenses que viajaron nucleados por la Peña Roja Ricardo Enrique Bochini de esta ciudad, gozó de un momento único, imborrable. De esos que el correr de los años hace aumentar el aforo y las anécdotas (como el Argentina-Holanda del 78, y el día del gol de Cárdenas para el Racing de José, que a esta altura tuvieron tantos espectadores como podrían dos Maracaná juntos).

El miércoles, los hinchas de Independiente que viven en Avellaneda pero también los que llegaron desde distintos puntos del país, se sintieron otra vez en casa. Treinta y cuatro meses después de aquella recordada y emotiva despedida de la mítica Doble Visera, donde se formó la grandeza de un club que supo trascender las fronteras a fuerza de hazañas futbolísticas, el "rojo" volvió a jugar en su cancha, tras peregrinar por las de Racing, Huracán, Vélez y Lanús. Y ya desde el miércoles, esos hinchas comenzaron a amar su terruño. En este caso, con una edificación imponente. Motivados por tener un estadio moderno y confortable volvieron a sentir el orgullo que generaba la Doble Visera, el primer estadio de hormigón de Sudamérica.

Está claro que la gigantesca obra que encaró el presidente Julio Comparada todavía no concluyó. El miércoles se vieron detalles que seguramente se corregirán prontamente. Quizás allí se notó algo forzada la vuelta a casa. Pero las arcas de la tesorería pedían a gritos dejar de "poner" y empezar a recuperar. De todos modos, a grandes rasgos, queda en claro que Independiente tendrá una cancha de primer nivel. Con accesos cómodos, ubicaciones y visual increíbles desde cualquier punto. LA CAPITAL, in situ, pudo comprobarlo ingresando dos horas antes del partido (hubo uno sí, y por los puntos), oteando el panorama desde la cabecera local alta y baja, y luego desde su ubicación en la Garganta del Diablo Nº 1 (ubicada delante de las vías del ferrocarril, entre la platea local y la cabecera que ahora comparten propios y extraños en sus dos niveles), o desde los mismísimos palcos (envidiablemente equipados) y la tribuna lateral baja. Desde cualquier punto uno tiene la sensación de estar presenciando un espectáculo de primer nivel.

Y la fiesta fue completa

Como se mencionó más arriba, esta vez Comparada no quiso organizar una fiesta de apertura, algo que postergó para cuando las obras estén concluidas en su totalidad (se espera que eso ocurra el año próximo, ya que todavía falta la tribuna que da a la calle Bochini y las Gargantas 3 y 4). El color en este caso lo pusieron los miles de hinchas que hora y media antes del inicio del partido ya habían colmado la cancha. Y también la murga del club, que desplegó su ritmo contagioso a lo largo y ancho del rectángulo de juego, más grande que el que tenía la Doble Visera.

Después, con algo de retraso, llegó la hora del fútbol. A diferencia de aquella tarde noche en la despedida del estadio anterior, donde también se jugó un partido oficial, el miércoles estaba la exigencia del hincha por ganar. Es que en 2006, frente a Gimnasia de Jujuy, el conjunto rojo deambulada por mitad de tabla y las expectativas eran muy distintas a estas que ha generado un equipo de Gallego que se mantiene en la pelea grande con un Torneo Apertura que ya ha cruzado su línea del Ecuador. Frente a los jujeños, casi no dolió la derrota (1-2) porque la gente había ido a la cancha a otra cosa.

En cambio, el miércoles la historia era distinta. Se palpaba el clima festivo pero también la necesidad de ganar ante un rival de otro fuste. Porque al nuevo escenario llegó el Colón de Mohamed, ese que lideraba en soledad el campeonato antes de empezar la fecha y al que Independiente no le ganaba como local desde 2002 (casualmente en el certamen que dirigido por Gallego el "rojo" fue campeón por última vez). El partido, por la propuesta de ambos, estuvo a tono con la jornada histórica. Empezó mejor el local, que tuvo en Ignacio Piatti al jugador de la noche. El ex Gimnasia (al que los marplatenses sufrieron a fines de 2005 en un Aldosivi 0-Chacarita 4 en el Minella) mostró una notable claridad para manejar los hilos de su equipo en función de ataque. Por sus pies pasaron las mejores jugadas ofensivas de Independiente. Coronó su gran noche con la asistencia a Andrés Silvera en el que se recordará como el primer gol en el nuevo Libertadores de América, y aportó dos más propios. El equipo de Gallego tuvo también la buena noticia que significó el aceptable rendimiento de Sergio Vittor, al menos para suplir la notoria ausencia del desgarrado Walter Acevedo en el mediocampo. Hubo chispazos de Patricio Rodríguez y Walter Busse y la categoría de siempre de Silvera, el jugador más querido por la gente y quien se llevó la ovación más grande.

En defensa, más allá de la desatención del segundo gol de Colón, cuando el partido se moría, también se mostró un buen funcionamiento. Aunque en ocasiones Vella y Mareque se vieron desbordados por el agresivo juego que propone el conjunto santafesino por los costados. También pareció una picardía terminar sufriendo un partido que podría haber cerrado antes. Quizás en ese sentido, los cambios del entrenador colaboraron para que los once jugadores locales se retrasaran ante los diez rivales (ya se había ido expulsado Fuertes) en una postura que le terminó dando cierto dramatismo al final. Como si algo hubiese faltado a una noche increíble.

En definitiva, el 3-2 conseguido por Independiente mantiene al equipo de Gallego en la pelea grande del campeonato, esa que todavía tiene a demasiados aspirantes entreverados en los puestos de arriba.

Mar del Plata siempre está

Una vez más, como sucede desde hace 23 años, la Peña Roja Ricardo Enrique Bochini estuvo en la cancha de Independiente (ahora la nueva). La reconocida Peña marplatense que encabeza Carlos Baino es de las más grandes del interior del país, al punto de hacerse presente el miércoles con poco más de 200 socios. Es más, tal es el prestigio de los marplatenses en Avellaneda que durante los días previos al partido, cuando rigió una suerte de veda para asociarse en todo el país, en esta ciudad se hicieron 94 nuevos socios de Independiente. Un privilegio que le permite superar a Mar del Plata los más de 500 socios de Independiente de Avellaneda con cuota al día.

Con la Peña, además de mujeres y familias enteras, viajaron las cenizas de Roberto Castañeda, un recordado símbolo de Deportivo Norte (papá del "Pato", aquel que formó parte del equipo que llegó al histórico cruce con Nueva Chicago).

A través de una gestión de Nelly, la viuda de Roberto, las cenizas fueron trasladadas por la Peña para ser esparcidas en el campo de juego del estadio Libertadores de América.