Iván el Terrible, zar sanguinario o fundador del Estado ruso
La inauguración de una estatura desató una guerra entre los que lo recuerdan como un tirano y los que lo consideran el hacedor del imperio ruso.
por Ignacio Ortega
MOSCU, Rusia.- La inauguración de la primera estatua en honor de Iván el Terrible, zar que es comparado con el actual presidente, Vladímir Putin, desató una guerra entre los que lo recuerdan como un tirano sanguinario y los que lo consideran el fundador del moderno Estado ruso.
“Tenemos un gran presidente, el más poderoso, que hizo que el mundo respete a Rusia, como en su momento hizo Iván el Terrible”, dijo Vadim Potomski, gobernador de Oriol, al inaugurar la estatua en la capital regional.
El gobernador violó la regla no escrita de que Iván IV (1530-1584), aunque puso las bases del imperio ruso, cometió demasiadas tropelías en vida, entre ellas el asesinato de miles de sus súbditos, como para contar con un monumento.
Incluso el famoso monumento a los mil años de la historia de Rusia erigido en 1862 no incluye al primer zar de la historia, ya que el entonces monarca ruso, Alejandro II, representante de la dinastía de los Románov, no lo consideró digno de dicho honor.
Potomski, que tuvo que renunciar a instalar el monumento frente al teatro de la ciudad debido a las protestas ciudadanas, se escudó en una sospechosa encuesta en la que supuestamente más de la mitad de los entrevistados aprobaron el proyecto.
“Iván el Terrible fue un tirano. Al respecto, hay un consenso general entre los historiadores. No conozco ninguna región rusa donde tenga una imagen positiva”, aseguró a EFE Kiril Samoilov, profesor de historia en la Universidad de Veliki Nóvgorod.
Precisamente, fue en esa histórica ciudad rusa en la que el zar desató en 1569 su ira para reprimir lo que consideró una conspiración contra su poder omnímodo, pogromo en el que murieron miles de personas, muchas de ellas empaladas y descuartizadas.
El historiador recuerda que Iván el Terrible en un ataque de remordimiento en los últimos años de su vida redactó una larga lista de las personas que había ordenado matar “injustamente”, entre ellas más de dos mil sólo en Veliki Nóvgorod.
“Menos de 500 fueron identificados por sus nombres y la mitad eran funcionarios, boyardos y terratenientes. El resto fueron asesinados sin motivo y de manera cruel. Cientos de familias enteras”, señala.
Esa ola de terror, protagonizada por la Opríchnina, un cuerpo militar considerado precursor del KGB soviético, hace que sea imposible imaginar una estatua de Iván el Terrible en dicha ciudad o en Kazán, bastión tártaro que el zar conquistó a sangre y fuego.
En una demostración de que los argumentos para erigir el monumento en Oriol eran muy dudosos, los ministros de Cultura y Educación declinaron en el último momento la invitación a asistir al acto oficial.
Muchos han censurado especialmente la postura del patriarca ortodoxo, Kiril, quien siendo muy crítico con dirigentes soviéticos como Stalin permitió que la Iglesia consagrara una estatua del cruel zar con una cruz ortodoxa.
Kiril llamó esta semana a los rusos a no declararse “la guerra” por una estatua y, pese a su firme condena de la Revolución Bolchevique, se mostró totalmente contrario al derribo de monumentos soviéticos, como ocurre en la vecina Ucrania con las estatuas de Lenin.
“La historia no debe dividir al pueblo ruso”, proclamó.
El joven artista Vladislav Gultiayev optó como forma de protesta por idear un monumento alternativo en su Krasnoyarsk (Siberia) natal: una estaca de madera ensangrentada y clavada en la nieve.
“La estaca es la encarnación del terror en el alma de nuestra gente (…), el miedo que siente el hombre ante el sistema. Es el recuerdo que nos han dejado generaciones de antepasados que vivieron en Rusia en tiempos muy duros”, comentó a EFE.
Gultiayev considera que la instalación de la estatua en Oriol es “amoral” y “criminal”, ya que significa que el Kremlin está dispuesto a “justificar el terror” y pagar “cualquier precio” con tal de alcanzar la “grandeza de Rusia”.
La estaca, que causó un gran revuelo en la prensa y en las redes sociales, fue retirada tras varios días de exposición al aire libre, lo que el artista considera “acertado”, ya que “no debe haber ningún monumento en recuerdo de Iván el Terrible”.
Otro ciudadano descontento fue más allá y decidió cubrir la cabeza del zar con un saco, en clara alusión a la temida Opríchnina, motivo por el que fue detenido, aunque fue castigado con una simple multa.
Los historiadores culpan de la imagen positiva que algunos rusos tienen del zar a la célebre película de Serguéi Eisenstein, cuyo guión fue obra del mismísimo Stalin, según Samoilov.
Durante su reinado Iván el Terrible conquistó grandes territorios desde el mar Caspio hasta Siberia occidental, pero la represión y la hambruna provocaron una grave crisis social que estuvo a punto de desintegrar el incipiente Estado ruso.
EFE.
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